«Esperando a Godot», de Samuel Beckett

Publicado: junio 3, 2022 en Uncategorized

9ª LECTURA / 12ª TEMPORADA

“Esperando a Godot”, de Samuel Beckett

La Biblioteca de Morata de Tajuña pone en marcha un nuevo título para su CLUB de LECTURA. Se trata esta vez de un texto teatral con el que intentaremos reivindicar el papel de la dramaturgia como parte sustancial del hecho literario.

No abundan los textos teatrales entre nuestras lecturas. En todos estos años de andadura de nuestro CLUB de LECTURA, apenas hemos leido teatro. Es hora de explorar esta vertiente de la creación literaria de todos los tiempos. ¡Leemos teatro!

“La llamada que acabamos de escuchar va dirigida a la humanidad entera. Pero en este lugar, en este momento, la humanidad somos nosotros, tanto si nos gusta como si no. Aprovechémonos antes de que sea demasiado tarde. Representemos dignamente por una vez la calaña en que nos ha sumido la desgracia”

Cuando en 1953 se estrenó en París “Esperando a Godot”, pocos sabían quién era Samuel Beckett, salvo, quizá, los que ya le conocían como ex secretario de otro irlandés no menos genial: James Joyce. Por aquellas fechas, Beckett tenía escrita ya gran parte de su obra literaria; sin embargo, para muchos pasó a ser «el autor de Esperando a Godot». Se dice que, desde aquella primera puesta en escena—que causó estupefacción y obtuvo tanto éxito—hasta nuestros días, no ha habido año en que, en algún lugar del planeta, no se haya representado Esperando a Godot. El propio Beckett comentó en cierta ocasión, poco después de recibir el Premio Nobel de Literatura en 1969, que Esperando a Godot era una obra «horriblemente cómica». Sí, todo lo horriblemente cómica que puede resultar la situación de dos seres cuya grotesca vida se funda en la vana espera de ese ser al que llaman Godot.

Samuel Beckett presentó “Esperando a Godot” en el año 1948 aunque se publicó en el 1952. Es la obra más famosa de este autor. Se trata de una obra que se enmarca en el llamado teatro del absurdo y que se divide en dos actos protagonizados por Vladimir y Estragon, dos vagabundos que esperan la llegada de un tal Godot.

Es la obra más conocida de Beckett y, aunque la trama parezca no tener ninguna acción relevante, lo cierto es que no deja de ser un reflejo de lo absurdo de la vida, una vida en la que cada día es exactamente igual que el anterior y en el que nadie sabe de dónde viene ni a dónde va. Una trama que, aunque parezca simple, lo cierto es que esconde una de las máximas del existencialismo: ¿para qué vivimos?

Con Esperando a Godot, Samuel Beckett inauguró su carrera como autor teatral. Fue la tercera vez que el autor intentaba adentrarse en el mundo del teatro y fue gracias a esta obra que se pudo subir sobre un escenario. Y su estreno teatral fue apoteósico: Beckett causó una gran revolución en la época ya que apostaba por un teatro nuevo, diferente y en el que aparentemente “no pasaba nada”. Porque acción, hay poca en esta obra.    Lo que hay es mensaje, es contenido, es el planteamiento de la vida misma presentado de un modo absurdamente real.

SOBRE EL ARGUMENTO

En esta obra conoceremos a dos personajes principales que están en un lugar casi desértico esperando a un tal Godot. Lo esperan sin saber muy bien por qué, lo esperan porque les toca esperarlo aunque ni siquiera recuerden cuál era el motivo de su reunión. Y esta interminable espera es la obra de teatro.

Aunque a simple vista parezca que este argumento no esconda nada de especial, lo cierto es que es una obra cargada de significado. El público asiste a escenas repetitivas, a conversaciones que ya han tenido lugar y a un estado como de ensoñación constante en el que los personajes no saben si lo que viven es real o es soñado. Ante este planteamiento tan agobiante, resuena en todo momento la misma idea: la vida carece de significado.

Y, para rellenar el tiempo muerto, para que los personajes puedan sentir que existen y que están vivos, van realizando algunas acciones breves e igualmente absurdas que les sirven para rellenar su tiempo, su espera. Escenas plagadas de comedia y en las que se incluyen juegos de sombreros que tienen un cierto aire a obras de los Hermanos Marx y otros clásicos de la comedia como sería Charles Chaplin.

El teatro del absurdo

El teatro del absurdo abarca un conjunto de obras escritas por ciertos dramaturgos estadounidenses y europeos durante las décadas de 1940, 1950 y 1960 y, en general, el que surgió a partir de la obra de aquellos. Se caracteriza por tramas que parecen carecer de significado, diálogos repetitivos y falta de secuencia dramática que a menudo crean una atmósfera onírica. El teatro del absurdo tiene fuertes rasgos existencialistas y cuestiona la sociedad y al humano. A través del humor y la mitificación escondían una actitud muy exigente hacia su arte. La incoherencia, el disparate y lo ilógico son también rasgos muy representativos de estas obras comunes.

Muchos ven el Teatro del absurdo algo sin explicación lógica y sin sentido. Se resalta la incongruencia entre el pensamiento y los hechos al igual que la música, así como la incoherencia entre las ideologías y los actos. Los personajes tienen un gran obstáculo para expresarse y comunicarse entre ellos mismos constantemente.

¿Qué simboliza Esperando a Godot?

Son muchos los análisis posibles de “Esperando a Godot” que se han hecho a lo largo de la historia. Para algunos críticos, Godot es la representación de Dios ya que nunca termina de aparecer y la espera de los dos vagabundos es una espera sin sentido lógico alguno (esta teoría puede estar respaldada por el hecho de que “Dios” en inglés es “God”). Sin embargo, este análisis fue descartado por su propio autor que indicó que el nombre del personaje derivaba de la palabra francesa “godillot” que en el lenguaje coloquial francés significaría “bota”.

Pero, aunque el argumento no sea lo más importante en esta obra teatral, sí que podemos ahondar en la profundidad de su mensaje al fijarnos en los símbolos que hay sobre el escenario:

● Un árbol: Es el elemento que simboliza la condena a la que estamos sumidos los humanos. Durante la obra, los personajes se plantearán la posibilidad de usar las ramas del árbol para suicidarse. Pero, además de la condena, también simboliza la redención ya que, en el segundo acto, al árbol le han salido hojas, es un árbol con vida.

● Un espacio vacío con un camino: Nadie sabe de dónde viene el camino ni a dónde va. Ni siquiera los personajes saben exactamente dónde se encuentran.

● El anochecer: La caída de la noche es algo inevitable y que ocurre día tras día, una noche que simboliza la oscuridad, la dificultad que tenemos para poder encontrar la salida a este ciclo eterno que nos hace repetir día a día exactamente lo mismo.

En este escenario tan desnudo, los dos personajes se encuentran en la más absoluta soledad, aunque estén acompañados, una soledad que se hará más evidente cuando intenten comunicarse y vean que no son capaces de entenderse, de seguir un diálogo razonado, de poder hablar. Una espera plagada de silencio y sinsentido que la justifican con la llegada de un tal Godot del que ni siquiera saben qué cara tiene.

Todo el texto de “Esperando a Godot” refleja planteamientos filosóficos que se mueven dentro del existencialismo. El que el ser humano parece haber sido arrojado a la vida sin ningún sentido y completamente abandonado. Un mundo carente de lógica y donde hay una amenaza constante: la muerte. Ante esta situación tan desesperante, los personajes solo pueden hacer una cosa: esperar a Godot. Así su vida tiene un sentido, una justificación, una meta. Es la única forma de no volverse loco.

En Esperando a Godot asistimos a la inacción como forma de acción. Una obra en la que los personajes no hacen otra cosa que intentar “matar el tiempo” mientras esperan a alguien que, en el fondo, saben que nunca llegará.

ESTRUCTURA DE LA OBRA

¿Quién es Godot? No lo sabemos, ni los personajes de la obra tampoco. Pero les suena que es alguien que les puede solucionar la vida y hacer que vivan mejor, al menos, que duerman en una montaña de paja y tengan la barriga llena de buena comida. Pero ni recuerdan su cara, ni siquiera saben a ciencia cierta si ese es el lugar en el que deben esperar. Pero ellos esperan. Esperan porque ¿qué más pueden hacer?

El primer acto se cierra con la llegada de un niño que comunica a los personajes que hoy Godot no podrá ir pero que mañana seguramente vendrá. Los dos protagonistas deciden regresar al día siguiente para encontrarse, de una vez con todas, con Godot.

El segundo acto de Esperando a Godot plantea la misma estructura: los dos protagonistas se reencuentran en el mismo escenario con las mismas dudas sobre si ayer estuvieron allí o no. Pero, esta vez, hay rastros de su presencia y del paso de Pozzo y Lucky, por tanto, los dos personajes empiezan a ser conscientes de lo que está sucediendo aunque sigan sumidos en un mar de dudas y de incertidumbre.

Vuelve a aparecer Pozzo pero, esta vez, está ciego y Lucky mudo. Solo ha pasado un día pero, en este día, las cosas han cambiado de forma muy profunda. El niño volverá a aparecer y negará que el día anterior hubiera aparecido, algo que refleja que todas las personas del mundo viven en esta paradoja y esta confusión constante.

La obra finaliza de la misma forma que el acto primero: los dos vagabundos se despiden al caer la noche prometiéndose que al día siguiente volverán a reunirse en el mismo lugar para esperar a que llegue Godot. Y la posibilidad de suicidarse la tienen en la mente pero, si eso, ya mañana…

Biblioteca Morata de Tajuña
Biblioteca Municipal Morata de Tajuña
Club de Lectura Biblioteca Municipal Morata de Tajuna (12ª TEMPORADA)

 

Deja un comentario