4ª lectura
11ª TEMPORADA
El comentario de esta lectura se desarrolla en el encuentro virtual celebrado el VIERNES 4 DE JUNIO 2021 a las 19:00h.
«SOÑAR, SENTIR, ESCRIBIR» es un libro de relatos breves obra de Marta Cediel, Dolores de Juan, Beatriz Domingo, Yuli Gabaldón, Mari Carmen García, Concepción Mora, María Ángeles Priego, Geni Vizoso y Rosario Gómez.
Taller Municipal de Expresión escrita de Morata de Tajuña
Como esencia de lo pretendido en el alumbramiento de este libro y adelanto de su contenido, reproducimos aquí el prólogo de su edición impresa. Un trabajo que ocupa nuestra mirada en esta 4ª lectura de la 11ª TEMPORADA del Club de Lectura de la Biblioteca Municipal de Morata de Tajuña. Lo leeremos con atención y justo agradecimiento a los alumnos del Taller Municipal de Escritura de Morata de Tajuña.
«Vayas donde vayas, ve con todo tu corazón»
Confucio
Declara Juan Ramón Jiménez en uno de sus acertados aforismos sobre el sueño, publicado en Ideolojía, que: «Cuando pensamos con ideas, en cualquier rincón del mundo nos hallamos bien, cuando soñamos con sentimientos, el mundo entero es pequeño para nuestra ambición.». La universalidad de este artificio, el sueño, en la literatura, es innegable; en cambio, su recreación trasluce matices siempre diversos que apuntan, por lo general, a formas de pensamiento que son características de distintas épocas. William Shakespeare ya había demostrado con Sueño de una noche de verano, a fines del siglo XVI, la eficacia del sueño cuando se trataba de entretejer una acción maravillosa con otras supuestamente verosímiles. Mientras tanto, sus contemporáneos españoles utilizaban el recurso del sueño para escribir sátiras, como el clérigo Juan de Maldonado hiciera en 1541 con su obra Somnium. Ya en el siglo XVII, fue Francisco de Quevedo quien compuso tres sátiras que llevaban el título de Sueño. Soñar, nadie lo duda, es universal, pero la imaginación onírica guarda relación con las creencias de una cultura histórica. Por ello, su representación ha variado y ha dejado su impronta particular en el arte y la literatura a través del tiempo; así, ha llegado hasta nuestros días.
Uno de los grandes maestros de la literatura, Jorge Luis Borges, en un ciclo de conferencias dedicadas a la imaginación onírica —siempre una de sus obsesiones ideológicas—, se expresaba de esta manera:
Para el salvaje o para el niño los sueños son un episodio de la vigilia, para los poetas y los místicos no es imposible que toda la vigilia sea 12 un sueño. Esto lo dice, de modo seco y lacónico, Calderón: «La vida es sueño». Y lo dice, ya con una imagen, Shakespeare: «Estamos hechos de la misma madera que nuestros sueños»; y espléndidamente, lo dice el poeta austríaco Walter von der Vogelweide, quien se pregunta: «¿He soñado mi vida o fue un sueño?». No está seguro.
La literatura es el arte de la expresión verbal y debe sernos útil; a través de ella podemos llegar a conocer el mundo y a conocernos mejor. Mariano José de Larra define muy bien en su artículo Literatura (1836) lo que debe ser una obra y lo que debe aportarnos. Para el escritor del Romanticismo fue importante y beneficioso saber que el libro era interesante, que enseñaba algo, porque significaba la expresión del progreso humano. El literato romántico anhelaba una literatura heredera de su tiempo y de la experiencia, y que, a su vez, fuera luz del porvenir: profunda, analizadora, pensándolo todo, ya fuera en prosa o en verso. Esta literatura debía estar al alcance de la multitud iletrada —por entonces era mucha—, que enseñara verdades a quienes quisieran conocerlas y que mostrara al hombre cómo era para conocerse mejor.
Si enunciar nuestras ideas de forma serena y despejada no resulta sencillo en la oralidad, en la escritura lo es menos aún. Se debe atender a normas ortográficas, de puntuación, de expresión y estética; hay que articular nuestras ideas y aderezarlas al uso para embellecer el texto. No es labor fácil ni cómoda. Gustavo Adolfo Bécquer, en su obra en prosa Desde mi celda (1864), escribe a sus lectores cómo se siente, a veces, ante un papel en blanco:
Queridos amigos: si me vieran ustedes en algunas ocasiones con la pluma en la mano y el papel delante, buscando un asunto cualquiera para emborronar catorce o quince cuartillas, tendrían lástima de mí. […] Y no es precisamente porque se hayan agotado de tal modo mis ideas que, registrando en el fondo de la imaginación, en donde andan enmarañadas e indecisas, no pudiese topar con alguna y traerla, a ser preciso, por la oreja, como dómine de lugar 13 a muchacho travieso. Pero no basta tener una idea; es necesario despojarla de su extraña manera de ser, vestirla un poco al uso para que esté presentable, aderezarla y condimentarla, en fin, a propósito para el paladar de los lectores […]. Y aquí está lo espinoso del caso, aquí la gran dificultad.
Otro aforismo de Juan Ramón Jiménez de gran belleza, verdad y siempre actual —a mi juicio— es este: «Arte es quitar lo que sobra». Y afirma en otro: «Escribirnos no es más que recrearnos, crearnos una segunda vida para un poco más de tiempo; y dejarla en manos de los otros. Es, al fin y al cabo, dejarnos de luchar, entregarnos». Y esa segunda vida se queda, con la publicación de esta obra, en manos de los lectores, que son los otros. Pero estos ocho escritores no dejan de quitar lo que sobra porque sueñan, sienten y escriben; por eso han elegido este título tan inspirador para su libro de cuentos.
Expreso, desde estas líneas, mi gratitud y admiración a mis alumnos. Es un privilegio contar con ellos cada tarde de martes, escuchar sus historias, sus anécdotas, sus pensamientos y reflexiones sobre la escritura… Poder compartir con ellos mi tiempo y mis conocimientos sobre la lengua y la literatura española es muy gratificante. Ver su interés, su constancia y su ilusión por el trabajo realizado es el combustible que me renueva en cada clase. Mi propósito es que alcancen sus objetivos —porque los tienen— y me sentiré recompensada por haber colaborado en su aprendizaje. Agradezco también al ayuntamiento de Morata de Tajuña y, en particular, a la concejalía de Cultura, dirigida por Alicia Pérez Puertas, su interés por el taller y porque esta obra vea la luz. Gracias, Alicia, por la disposición que muestras para la mejora de la cultura de los morateños, por depositar en mí, como docente, tu confianza y apoyo. Pido un deseo: ¡que el pueblo de Morata se distinga aún más por su cultura!
Rosario Gómez, enero de 2020