D e s e o e s l a p r e g u n t a q u e n o t i e n e r e s p u e s t a. .
L u i s E d u a r d o A u t e
T U P I E L E S M I P I E L
E l d e s e o e s a m o r d e s u d o r c o r r i e n d o p o r e l v a l l e d e t u s s e n o s . T u c u e r p o d e h i e d r a e n r a i z a d a a m i s e r , b o c a d e l p a r a í s o q u e h a b l a d e s d e e l p l a c e r , c u e r p o d e s n u d o q u e c a m i n a p o r m i j a r d í n , m i l f l o r e s q u e n a c e n d e l o s p o r o s , t a l l o q u e s e r o m p e p o r e l v i e n t o .
L a r a z ó n , e l t i e m p o y l a l ó g i c a y a n o t i e n e n s e n t i d o . L a v i d a s e h a c r e a d o a l l í y m i p i e l y a n o s m í a , n i t u y a , e s s o l o u n s u s p i r o e t e r n o y e l r e l o j s e d e t i e n e .
E l c a m i n o s e c l a v a e n e l v i a j e , n o h a y e s t r e l l a s q u e n o t e h a b l e n y l e p i d e s a l a L u n a . N o h a y d i o s e s s i n o p i e l . T a n b e l l a c o m o l a v i d a e f ì m e r a d e l a s a v e s .
LECTURA PÚBLICA DE LOS NUEVOS POEMAS DE CARLA AILINCAI
Carla Ailincai regresa a la Biblioteca de Morata de Tajuña. El próximo VIERNES 3 DE NOVIEMBRE de 2023 tenéis una cita con esta joven creadora. Leeremos y comentaremos juntos sus últimos poemas, un total de nueve composiciones que nos hablan del universo de alguien que siempre supo mirar más allá.
1. Hoja en blanco
Nardos de dolor
para cuerpos muertos de pena.
Lágrimas de amor
que escriben más de mil poemas.
Jardines de terciopelo,
ensangrentadas azucenas
y unas marchitas flores
pintadas con acuarelas.
Presa de un dolor crónico,
si te ve, sabático.
Veo estrellas en el ático,
si es contigo, eufórico.
Cerrado y antipático,
todo era claustrofóbico;
tu amor tan catastrófico,
mi final tan trágico.
Besos sin sabor
para bocas que envenenan.
Noches de terror
bajo luz de luna llena.
Una horrible hoja en blanco
que vacía se siente plena.
Una horrible hoja en blanco
que cuando lloro se llena.
2. Querida estrella fugaz
Mis ojos orbitan – como luna- sus lunares.
A veces sangran.
A veces brillan.
A veces me reflejo en su pupila.
Inundé su cama con un vaivén insonoro.
Se quedó, me amó, se aterró.
Salió corriendo
y se llevó mi sosiego consigo.
Desde la ventana de mi habitación
veo constelaciones,
su rostro dibujado
llora con una estrella fugaz.
Pedí un deseo.
Soplé.
Esperé.
Abrí los ojos y ya no te vi.
<<Querida estrella fugaz,
estréllate en el mar
y borra las estrellas de mi cielo
para regresárselas al suyo>>
Debiste de desear lo mismo
pues algo sucedió a lo lejos.
Sus estrellas se alinearon en un
<<Yo también te quiero>>
3.Entre amarte u odiarte
Entre soñarte o escribirte
decidí extrañarte,
porque buscarte no es opción.
Si te encuentro, me esquivas,
las horas lloran, gritan,
se mecen, desesperadas,
aún recuerdan tu olor.
Entre herirte o hablarte
decidí sentirte,
tu voz en el viento crea fricción.
Te busco en mis estrías
pues antes te dibujaban.
Sentías (o finjías)
aquella gota de amor.
Entre amarte u odiarte
decidí morirme.
vivir sin mentirme es solo ficción.
Tú pupila en mi pupila
siempre estaba dilatada.
A veces me querías,
casi siempre diría yo.
4. Un poeta suicida
Esta es la historia
de un poeta suicida,
llenaba el papel de vida
y este se la arrebató.
Escribió, lloró,
se sinceró,se quitó la vida
con palabras, con heridas;
con papel y una cuchilla
componía en su habitación.
La carta de despedida
que a lo lejos reluce
es una despedida agridulce,
-más agria que dulce-
un poeta ordinario
que escribía su destrucción.
5. Déjame amarte primero
Déjame amarte primero, que si hay daño de por medio,
no mereces saberlo, mejor lo recibo yo.
Déjame amarte primero, dedicarte cien mil versos
y que veas como te amo pero tú a mí no.
Mi piel no es perfecta, pero mi amor es sincero
y como no es mi cumpleaños, le soplé y no se apagó.
El viento no susurra ni me chiva tus «te quieros»,
no nos dibuja la luna y mucho menos lo hace el sol.
Mis ojos tristes no lloran, te amaban, antes lo hacían.
Mis ojos tristes no lloran, recitan, llenan vacíos.
Biblioteca Municipal Morata de Tajuña -«MORATA ESCRIBE», espacio virtual para la difusión de obra de autores locales.
Los textos que a continuación publicamos son los ladrillos con los que construiremos un nuevo encuentro con Carla Ailincai. Carla sigue regalándonos retazos de impulso literario. Urgente, palpitante y sincero; las narraciones que ahora presentamos son ensayos para algo más grande y, por qué no decirlo, cada vez más cercano.
Biblioteca Municipal Morata de Tajuña – «MORATA ESCRIBE», ESPACIO VIRTUAL PARA LA PROMOCIÓN DE OBRA DE AUTORES LOCALES.
Coincidiendo con la llegada de la primavera, el 21 de marzo se celebra en todo el mundo el Día Internacional de la Poesía. En la Biblioteca Municipal de Morata de Tajuña lo celebramos regalando versos de esta joven autora local.
Cuando: Viernes 24 de marzo / 18:00h.
Dónde: Biblioteca Municipal
Todos los públicos
1.- Un sustantivo
Estando tumbados, en tu lecho me acomodo.
Eres tú, no Morfeo, el que me sostiene en sus brazos
Tú dame la mano y dime que puedo con todo,
A pesar de ver el miedo en cada uno de mis trazos.
El amor es denso, es tan solo un sustantivo,
Pero refleja algo inmenso sin dotarle de adjetivo.
Y es que ahora que lo pienso, el amor está prohibido,
Pero es algo tan extenso que al final pierde el sentido.
Me estremezco ante tu tacto, no me puedo controlar.
No bajaste las estrellas pero me llevaste a verlas.
No sé si es buena idea, pero lo quiero intentar.
Quiero que sane la herida sin tener que coserla.
2.- Cuánto tarda
¿Cuánto tarda en aprenderse
que un segundo te abandona?
que un minuto de tí huye
y una hora ni se asoma.
¿Cuánto tarda en entenderse
Que el día no te emociona?
Las semanas van y vienen
Y los años no perdonan.
¿Cuánto tarda en comprenderse
Que la vida te estaciona?
Porque estando detenido
nada se soluciona.
¿Cuánto tardará en perderse
aquella risa que se asoma?
y con un trémulo leve
te confiesa cuánto llora.
3.- Peligro
Estoy en peligro. No lo estoy. Es decír sí, pero me siento bien. No. No, no, no. Estoy en peligro. ¿Estoy en peligro?
No veo nada, pero a juzgar por los crujidos que se escuchan al caminar deduzco que estoy en un bosque. Mis pies descalzos han empezado a dolerme de tanto pisar las frías ramas y hojas secas. Tengo los ojos cerrados ¿por qué? No lo sé. Tal vez debería abrirlos y ver… ¡No! Estoy en peligro. Estoy en peligro.
Borré de mi mente cualquier tipo de pensamiento intrusivo y me centré en mis pasos, los cuales se habían acelerado notoriamente. ¿Desde hace cuándo estoy corriendo? Más bien, siento que huyo de algo. Estoy cansada, mejor paro y… Pero, ¿en qué pienso?Estoy en peligro. Estoy en peligro.
El bosque parecía no tener fin y mis pies llenos de heridas se negaban a frenar. Corrí por lo que pareció una eternidad hasta que me choqué contra algo. Un árbol. Espera, ¿desde cuándo los árboles son así de blandos? Estiré mi mano para poder apreciarlo mejor. Estaba a punto de tocarlo, era… Estoy en peligro. Estoy en peligro.
El aire empezaba a escasearme y mi garganta estaba pidiendo a gritos un sorbo de agua. Hacía ya un tiempo que había dejado de correr, aunque seguía caminando muy aceleradamente. Suerte la mía al escuchar una especie de corriente. Supuse que era un río. Sí, es un río. Fui acercándome al lugar de donde provenía el sonido, me agaché para coger el agua con mis manos, saciar mi descomunal sed y… Estoy en peligro. Estoy en peligro.
Aquella molesta voz en mi cabeza volvió a aparecer y empecé a correr automáticamente. A partir de allí todo pareció convertirse en una especie de pesadilla. Escuchaba gritos, gruñidos, llantos… Un momento, ¿acaso eso son risas? Mis labios se curvaron hacia arriba al oír el suave cantar de los pájaros, quise pararme a escucharlos tranquilamente pero… Estoy en peligro. Estoy en peligro.
La estridente voz de mi cabeza volvió a aparecer. Ahora cada vez hacia más frío. El suelo parecía estar formado de pinchos y mis pies ya no podían aguantarlo. Corría y corría en contra de mi voluntad. ¿Qué está pasando? ¿Dónde estoy?
Llegó un punto en el que mis piernas fallaron y caí bruscamente al suelo. Mis brazos hacían el vago intento de arrastrarse y escapar pero mi cuerpo no tenía fuerzas. Me tumbé boca arriba esperando mi final. Estoy en peligro. Estoy en peligro. ¿Por qué estoy en peligro?
Aquella voz en mi mente poco a poco se fue desvaneciendo y con ella los gritos, llantos y gruñidos que resonaban hace un par de minutos atrás. ¿Qué está ocurriendo? ¿Dónde está el peligro?
Reuní las pocas fuerzas que me quedaban, abrí los ojos y…
¿Acaso puede una persona estar en el infierno y ver las estrellas?
4.- Caricias perdidas
Estoy viéndole en el baile
Danzando con otro ser.
Mi corazón quiere llorarle
Al verle tocar su piel.
Me trago el dolor amargo,
Esta besándole la sien,
La está amando como yo amo
Aquellos ojos color miel.
Bebiendo de mi sangre,
Un clavo no saca otro clavo,
Pero cuando te desgaste
Desearías que hubiese estado.
Cuando grite y me desgarre
Voy a aferrarme al pasado,
Porque tú estabas en él,
Tú estabas a mi lado.
No son versos, no son rimas
Son las caricias perdidas,
Es mi cuerpo en sufrimiento
El cual arropas y encariñas.
Resultaron ser mentira
Los momentos de alegría
Que vienen a mi recuerdo,
Y el dolor de compañía.
Muerdo el valle de tu cuello,
Cada curva de tu cuerpo.
Tu sonrisa, incluso el pelo
Me llevan directo al cielo.
Voy corriendo, voy sin frenos
Directo a probar tus besos,
Haz de este momento eterno
Ya no quiero verte lejos.
5.- Hemorrágico
Soltando fríos suspiros
Antes de pasar el filo,
Que causaron la disfagia
De este terrible destino.
Lo bonito es trágico,
Mágico, puro, distinto;
Sufrir es infinito
Cuando es hemorrágico.
Las heridas de mis brazos
Enseñan mis intentos
Y aquellas del corazón
Reflejan todo mi pasado.
No sabéis lo que daría
Para comenzar de nuevo,
Y sentirme orgullosa
De cada uno de mis fallos.
Aquella pequeña herida
Se cansó de estar cerrada
Y eso que estaba olvidada,
Noches llorando pasaba;
Divagaba perdida,
No era lo que me esperaba
Y cuando la necesitaba
Me quitó la vida.
La garganta se me cierra,
Siento que se agota el aire.
La muerte me sonríe
Danzando un último baile.
Por dar palos de ciego
Y amores ciegos en braille,
Acabé guardando luto
Al fruto de un corto desastre.
6.- Si no nos queda amor
Si no nos quedan colores, pintaremos un cuadro monocromático, un cielo gris con nubes en forma de corazones que atormentan los nuestros cada vez que nos miramos a los ojos y nos decimos que nos queremos, les hacen sentir este cálido suplicio del cual somos adictos.
Si no nos quedan sonidos, compondremos una canción de amor con cada una de nuestras carcajadas, llantos, susurros, acompañados del suave ritmo de nuestro desenfrenado latir, y danzaremos abrazados hasta que las piernas fallen, y nos contaremos secretos hasta que el dolor estalle.
Si no nos quedan palabras, recitaremos poesía en voz alta mientras acaricio tu pelo y tú te meces en mi regazo, mientras nos miramos y entendemos que no hacen falta palabras para expresar lo que sentimos, que con una simple caricia encendemos una llama, que con una simple mirada nos desnudamos el alma.
Si no nos quedan sueños, nos sentaremos a mirar la luna mientras yo me pierdo contando tus lunares, y nos preguntaremos cuál es el sentido de soñar si no lo hacemos despiertos, si le tememos a las pesadillas. Nos enredaremos entre las sábanas y soñaremos con tocarnos.
Si no nos queda tiempo, nos besaremos hasta sentir como se detienen nuestros alrededores, crearemos un recuerdo eterno de cada trazo de nuestros cuerpos, cada curva, cada matiz, cada aroma, hasta adueñarnos de las horas y romperlas, hasta quedarnos sin aliento.
Si no nos queda amor, nos adentraremos en la penumbra de nuestro cuarto, nos gritaremos y discutiremos, lloraremos y nos odiaremos y por último daremos un paso para volver a querernos y encender aquella luz que nos mantiene unidos, reviviremos esa llama de necesidad y al mirarnos a los ojos nos daremos cuenta de que nosotros somos amor.
7.- Insomnio
Cambias de posición. La cama no se siente cómoda, la almohada está demasiado dura y te daña el cuello. Tratas de cerrar los ojos. El cansancio recorre cada rincón de tu cuerpo, pero tu mente se niega a apagarse.
Te incorporas en la cama. Las dos de la madrugada. Te pasas la mano por el pelo, llevas cuatro horas intentando dormir y ya no tienes más ovejas que contar.
Te recuestas otra vez, con una sensación de ansiedad que te cala hasta los huesos. Sientes que duele, pero no sabes exactamente el qué.
Miras el reloj otra vez, las tres menos cuarto de la madrugada. Te remueves otra vez, incómodo.
Te arropas con la manta, te entra calor, te destapas, te entra frío. Repites el proceso cuatro veces más antes de suspirar pesadamente. Tomas un poco de agua con la esperanza de que haga algo.
De pronto te despiertas con la respiración agitada, el corazón a mil y un sudor frío recorriendo tu cuerpo. Las pesadillas te están matando poco a poco. Miras de nuevo el reloj. Las tres de la madrugada. Has dormido quince minutos, nada más.
El cansancio se apodera de ti mientras tu mente está en una constante lucha por mantenerte despierto. Los ojos escuecen y se sienten pesados, pero se niegan a cerrarse.
Suspiras y esperas a que tu alarma suene para comenzar el día. En la oscuridad de tu cuarto, comiendo techo a las cuatro y cuarto de la madrugada, te das cuenta de que no vas a salir de este infierno y que no vas a volver a dormir.
8.- Voces
Quisiera saber cómo aplacar todas las voces de mi cabeza. Voces que están en un constante murmullo imposible de entender. Voces que te ciegan, que te estallan los tímpanos, que te hacen buscar refugio en el dolor para acallarlas.
Voces que te llevan a la locura, que te hacen sentir un monstruo que no sirve para nada más que sufrir. Voces que te insultan, que te gritan: “¡Mátate! No eres útil. Fuiste un error. Nadie te quiere. Todo es tu culpa. Ríndete. No vas a conseguir nada. Deberías morir. Muerete. ¡Muerete ya!”
Y yo, asustada, busco refugio en aquello que me hace sentir algo, con la esperanza de aquietar mi mente, mientras el corazón late cada vez más y más rápido y la acelerada respiración refleja la falta de oxígeno en mis pulmones.
Cierro mis ojos, la cabeza me estalla en mil pedazos, el pecho duele, el cuerpo arde debido a que el sudor frío se está infiltrando en mis heridas. Todo da vueltas, yo hiperventilando, mi corazón en taquicardia y de pronto todo se para.
La sensación de calma parece apoderarse de mi cuerpo, el pecho no duele, los ojos no escuecen y las voces de mi cabeza se esfuman repentinamente.
Podría estar contenta, pensar que he ganado, que se acabó el sufrimiento, pero me quedo mirando un punto fijo, sin emitir sonido y con la mente en blanco, porque todo pierde sentido cuando mueres.
9.- Pecados capitales
En nuestra habitación hay un olor a jazmín, sudor y sexo, después de beber la leche de tus senos como un loco, -¡qué manjar!- la gula me hizo desearte de nuevo, te hice el amor, te llevé al cielo, horas vagueando, orgasmos entre besos, un «Te amo» y un «Cariño, yo te amo mucho más.»
Dime, cariño mío, ¿a cuántos más los has amado? Me enfurece el pensamiento de que no me ames solo a mí, pero recuerdo que elegiste amar a este pobre desdichado, y mi ego crece y grita «Soy el mejor. ¡Lo conseguí!«
Dime, cariño mío ¿cuántos más han tocado tu cremosa y dulce piel? ¡Qué envidia! ¡Qué fastidio! Mataría por haber sido el primero. Hembra de corazón de oro, solo a ti te quiero poseer,
sé mía y solo mía, hembra, se mía que si no me muero.
¡Oh! Cariño mío, la lujuria me tienta… ¡Va a ganar! ¡Oh! Cariño mío, para lo que quiero de ti no hay elixir. Tú pelo, tu aroma, tus muslos, aquellos que amaba explorar,
tus ojos, tus pechos, tu voz que tantas veces escuché gemir.
En nuestra habitación hay un olor a jazmín, sudor y sexo, familiar combinación que me recuerda a ti, confesándote humana. Tanto el choque como el roce que generaban nuestros cuerpos crearon siete versos, porque siete pecados tiene el alma.
10.- Brillaba más
Cogiste un rayo de sol y lo pusiste en mi pelo,
me besaste y me juraste que yo brillaba más.
Agarraste mi mano, me tocaste y con tus dedos
señalaste las estrellas, dijiste: «Tú brillas más».
Y en las olas se veía el reflejo de la luna.
Me miraste y reclamaste que yo brillaba más.
Junto al faro que su luz a los barqueros deslumbra
me abrazaste y me dijiste: «Tú brillas mucho más».
Noté luz en sus ojos, cuando ella te vio pasar.
Me calmaste, aseguraste que yo brillaba más.
Vi la chispa de sus dedos cuando te quiso tocar.
Me asusté, pero dijiste: «Tranquila, tu brillas más».
Dolor sentí en el pecho al ver que otra te besaba.
Me cambiaste y por ello mis ojos no brillan más.
¿Qué ha pasado, cariño? ¿Por qué me diste la espalda?
Dime ¿por qué te has ido si yo brillaba mucho más?
11.- Veo veo
Veo una niña pequeña
que quería ser amada.
Veo una niña muy pequeña
para estar atormentada.
Veo una niña desnuda,
sobre la cama tirada.
Veo una niña que ha sentido
que su novio la violaba.
Veo una niña que sufre
los maltratos de sus padres.
Veo una niña que llora
en su fría soledad.
Veo una niña que se pierde
en las olas de sus mares.
Veo una niña que le teme
a su propia oscuridad.
Veo una niña que se corta
lidiando con su pasado.
Veo una niña que es muy tonta
por pensar que ha fracasado.
Veo una niña que se odia
porque la han manipulado.
Veo una niña que está rota,
y que en matarse ha pensado.
Veo una niña que ha perdido
el temor a ser herida.
Veo una niña que no ama,
pero está aprendiendo a amar.
Veo una niña que ha encontrado
el sentido de la vida.
Veo una niña que ahora quiere
abrir las alas y volar.
Veo una niña muy valiente
que sola se ha levantado.
Veo una niña muy muy fuerte
que ha seguido luchando.
Veo una niña que se quiere,
que por fin lo ha logrado.
Veo una niña en el espejo.
Veo una niña que ha cambiado.
12.- Preguntas sin repuesta
Te suelo soñar entre escarcha y polvos de estrella, mientras miro la luna y le pregunto «¿Qué es soñar?»
Por la noche te apoderas de mis sueños, haces de pesadillas una adicción de la cual no puedo escapar,
adicción que se hace llamar amor, adicción que no entiendo porque no sé amar.
Le cuento a mi almohada las veces que me dijiste te quiero, y esta llora porque no me dejas hablar.
Por el día me despierto, no te tengo y no entiendo, ¿quién es la realidad para impedirme soñar?
Quiero volver al pasado para, cometer errores, caerme y otra vez intentar.
Quiero luchar para sentirme fuerte, seguir aprendiendo, debo retroceder para avanzar.
Intento recordar momentos que me hicieron feliz, momentos que he olvidado, que me hicieron llorar.
De tanto tropezar con piedras aprendí a crear un camino, no aprendí a correr, pero aprendí a caminar.
Se que no hay líneas temporales ni ciencia ficción, eso es verdad, pero ¿quien demonios es el tiempo para impedirme volver atrás?
Solo escucho el eco de un corazón que de su música no sigue el compás, solo siento una fugaz lágrima que se camufla en la humedad.
Del techo brotan estalactitas, tan afiladas como el suspirar, del suelo las estalagmitas del infierno tratan de escapar.
Mis ojos están cerrados, el color negro me asusta, no quiero mirar, pero un brillo esperpento me ciega y ¿quién es la oscuridad para impedirme mirar?
Un folio en blanco grita ante mis ojos, que mi cuerpo tienta rellenar, cojo el lápiz de madera que astillas intenta clavar.
Mis dedos, casi rotos y ensangrentados, me animan a rimar, nace una dulce poesía ¡Ay!, que dulce que es el mar.
Las lágrimas y el sudor amenazan con la tinta borrar, pero ¿quién es el borrador para impedirme a mí expresar?
Todavía queda algo que da miedo preguntar, que alguien de una vez me diga ¿quién soy yo para no llorar?
«MORATA ESCRIBE» es un espacio virtual de la Biblioteca Municipal de Morata de Tajuña para la difusión de obra de autores locales.
Carla Ailincai es, junto a Noa Sánchez, la flamante ganadora del II Certamen de Narrativa Almudena Grandes del Ayuntamiento de Morata de Tajuña en CATEGORÍA JUVENIL. Desde la Biblioteca Municipal no podemos sino alegrarnos y celebrar que dos jóvenes usuarias de este servicio compartan PREMIO y espacio en MORATA ESCRIBE. Lo dicho, una doble buena noticia.
El pasado 21 de abril, el jurado encargado del fallo acordaba otorgar este galardón exaequo a Noa por el relato titulado «Verano bajo el Sol», y a Carla por este «El tarro de plumas blancas» a que publicamos a continuación.
¡Enhorabuena a las dos!
Una habitación blanca, grande, luminosa. En la habitación, una mesa de madera de roble oscuro, algo desgastada pero, a pesar de eso, muy sólida. En el centro de aquella mesa, se encuentra un tarro de cristal, ni muy grande, ni muy pequeño. Dentro del tarro se hallan 100 plumas blancas. 100 plumas finas, cálidas, delicadas, suaves…
Un día, se decide dejar caer una pluma negra en aquel tarro. Una pluma áspera, fría, afilada, rota… Una pluma negra en un tarro de plumas blancas. Un pluma negra que destaca entre las demás.
La pluma negra no es buena, daña las plumas blancas de su alrededor, plumas que intentan aguantar el frío filo de aquella pluma negra. Las plumas blancas no resisten, les duele que aquellas filosidades penetren su dulce y cálida delicadeza.
Una de esas plumas decide pintarse de negro, volverse áspera, filosa. Decide convertirse en una pluma negra, a pesar de siempre haber sido una pluma blanca. Le resulta exitoso. Aquella nueva pluma negra ya no recibe daño, al contrario, ella es la que está dañando a las demás plumas blancas del tarro, pero, a pesar de que no es lo que quiere hacer, prefiere eso antes que seguir sufriendo.
Las demás plumas, al ver lo exitoso que resultó ese acto, poco a poco deciden convertirse en plumas negras. Las plumas blancas no soportan el constante daño al que están sometidas, así, lentamente, el color negro se adueña del tarro. Las plumas blancas pasan a ser plumas negras, plumas ásperas, frías, rotas, olvidándose completamente de su dulce y suave naturaleza.
Después de un tiempo, el tarro se halla casi repleto de plumas negras, sólo se divisa una pequeña pluma blanca en la parte superior del tarro, soportando las frías punzadas de las plumas de las que está rodeada. Una pluma blanca que resiste y que decide no cambiar, una pluma blanca que acepta su delicadeza, esperando que las plumas negras, algún día, dejen de dañarla.
Una pluma blanca en un tarro de plumas negras. Una pluma blanca que destaca entre las demás. Una pluma blanca que, todavía, no sabe que no está sola ya que, en el fondo del tarro, muy escondida, hay otra pluma blanca esperando a encontrar un poco de calor y delicadeza en todo ese caos de espinas y puñaladas.
Así, nuestro tarro de plumas blancas, se ha convertido en un tarro de plumas negras. Las plumas blancas decidieron dejar de lado su dulce naturaleza para camuflarse y dejar de ser dañadas. Ahora tenemos un tarro lleno de plumas negras, que, en el fondo siguen siendo las dulces y suaves plumas blancas que solían ser, sólo que, ahora, tienen miedo de volver a ser ellas mismas.
Un tarro lleno de plumas negras que podría haberse evitado si, tan sólo, las plumas blancas hubiesen mostrado su dulzura a aquella pluma negra y, ésta, hubiese perdido su color, mostrando la majestuosa, dulce y suave pluma que alguna vez fue en su tarro de plumas blancas.
«MORATA ESCRIBE», un espacio virtual de la Biblioteca Municipal de Morata de Tajuña
para la difusión de obra de autores locales.
Alguien dijo una vez que hay una terenidad en un instante. La confirmación la encontramos en cada mirada, en cada pregunta, en cada momento vivido sabiendo que está siendo vivido. También está en este emotivo relato que, desde Buenos Aires (Argentina) nos hace llegar nuestro amigo y paisano José Ángel Romano. «La merienda» es el relato ganador del 2º Premio en la 7ª Edición del Concurso Literario «GRANDES AUTORES, RELATOS CORTOS». ¡Gracias por esta maravillosa «Merienda»! ¡Ojalá sea de provecho para toda la comunidad de «MORATA ESCRIBE».
Biblioteca Municipal Morata de Tajuña
«LA MERIENDA»
Como todas las tardes, antes de la merienda, saldré a la vereda y cruzaré a la plaza. Me sentaré en el banco de siempre, ese que está frente al árbol de la casa de la esquina de Hamburgo y Budapest. Me gusta ese árbol, la casa y también me gusta mucho esperarte.
Cuando ya esté sentado, vas a llegar para sentarte a mi lado, me vas a mirar con esa sonrisa que sale de tus ojos. Me gustan tus ojos, tienen el color de mis bolitas más lindas. Te vas a alisar tu pollerita a cuadros con las manos y me vas a invitar a jugar a la escondida. Jugaremos hasta que tu mamá venga a buscarte para tomar la merienda. Jugar es una íntima ceremonia que celebramos juntos y en la cual descubrirnos, es la manera más linda de festejar nuestra amistad. Hoy hace frío y seguro tu mamá va a venir a buscarte más temprano, por eso no me gusta que haga frío.
A vos te encanta esconderte detrás del árbol de la casa, ese pino que en cada Navidad se llena de luces y adornos y en cuyo tronco se apoya la figura de un Papá Noel sonriente, mi mamá lo llama Mikolaj. Me gusta cuando buscamos los regalos en el árbol. Ese es tu escondite favorito, a veces pienso que te gusta ocultarte ahí porque querés que te encuentre rápido.
Al terminar de jugar a la escondida nos vamos a sentar debajo del pino, nuestro gigante bueno de la guarda, ¡y cómo te reís vos cuando te digo esto! Me gusta tanto tu sonrisa.
Nos vamos a quedar sentados, con la espalda apoyada en el tronco, charlaremos largo rato. Yo te voy a decir que estoy muy contento porque mi papá me empezó a comprar la Billiken y me gusta mucho leer las aventuras de Pelopincho y Cachirula y Pi-Pío. Vos me vas a contar que cuando seas grande te gustaría ser actriz o hacer algo para ayudar a quienes más lo necesitan, pero que a tu mamá no le gustan esas cosas y que te dice que a los ocho años todavía no sabés lo que querés.
En la charla nos vamos a acordar de lo que pasó el otro día, cuando escuchamos volar a unos aviones y oímos unos ruidos muy fuertes. Yo te voy a volver a contar que mi papá me dijo que esos ruidos eran bombas que tiraron en otra plaza unas personas muy malas y que mi mamá me contó que cuando era chica, en su pueblo, también había malas personas que tiraban bombas desde aviones. No me gusta que haya malas personas que tiren bombas. Vos me vas a agarrar de la mano otra vez y me vas a contar lo mucho que te asustaste ese día. Me gusta que me agarres de la mano.
Yo te voy a regalar el alfajor Guaymallen que me trajo papá anoche. Vos vas a sonreír con los ojos y la boca. ¡Qué lindo es ver en tu cara asomar la felicidad de esa manera! Lo vas a abrir, vas a partirlo en dos y me vas a convidar la mitad. Lo vamos a comer en silencio, porque en ese momento las palabras no van a hacer falta. Después, me vas a decir que cuando seas grande también te gustaría ser repostera y hacer tortas ricas para que tomemos juntos la merienda.
Un rato más tarde va a pasar el churrero. Vos me vas a contar que cada verano, cuando se van a Mar del Plata, tu papá te compra churros, que te gusta mucho ir a la playa y que le vas a decir a tu mamá que el verano que viene te deje invitarme para que juguemos juntos en la arena y hagamos castillos. Me gustaría ir de vacaciones con vos.
Enseguida me vas a decir que vayamos a los juegos. Vamos a subir juntos al sube y baja y vos vas a gritar entusiasmada cada vez que estés arriba. Al ratito nomás nos vamos a ir para las hamacas, ellas recibirán nuestras risas, yo te voy a empujar despacito y vos me vasa decir que lo haga más fuerte, porque querés sentir que volás. Vamos a dejar para último el tobogán, vos te vas a subir con miedo, pero con un montón de ganas de tirarte. Me vas a pedir que te cuide. Yo te voy a decir que te tires tranquila y te voy a esperar abajo. Me gusta cuidarte.
Después de todo eso nos van a venir a buscar, a vos tu mamá y a mí la mía. Nos vamos a agarrar de la mano, como si no quisiéramos separarnos. No me gusta ese momento. La tuya te va a decir que tenés que hacer los deberes. La mía me dirá que hace frío, que es la hora de la merienda, que ya está preparado el Vascolet calentito y que tengo que entrar. Los dos vamos a pedir que nos dejen jugar un ratito más, pero no nos van a dejar porque ya es tarde y además mañana nos volveremos a encontrar. Nos vamos a despedir con un beso y yo me voy a quedar en la vereda mirando como te vas, con ganas de que ya sea mañana.
Te estoy esperando, ¿sabés? pero aún no viniste, estuve sentado en el banco mirando para todos lados, todo el tiempo queriendo que aparecieras. Me fui a fijar en el árbol, pero no te encontré. Me quedé ahí sentado otro rato, esperándote, pero no apareciste. No me gusta que no vengas.
Y aquí sigo, con la esperanza intacta, buscándote aunque no aparezcas. No me gusta no verte, me dan ganas de llorar.
Una señora cruza la calle y se sienta a mi lado, amable como una madre, con su mano cálida apoyada en mi espalda me mira y me dice:
—Vení papi, vamos adentro que ya hace mucho frio y te va a hacer mal, entremos que ya está lista tu merienda y además es la hora de tomar los remedios.
«MORATA ESCRIBE» Espacio virtual para la difusión de obra de autores locales
Poema seleccionado en el III Concurso de microrrelatos LUZ DE LUNA convocado por Diversidad Literariaen diciembre de 2021 (extensión máxima: 10 versos). «Piel plateada» pasará a formar parte de la antología que editará Diversidad Literaria.
Desde la Biblioteca Municipal de Morata de Tajuña, nuestra enhorabuena para Felipe Martín Ponce, apasionado lector, inquieto creador y eterno compañero del CLUB DE LECTURA.
Allí postrada en la cama, su vida dependía de la máquina artificial que tenía a su izquierda.
Al principio cuando la pasaron a urgencias todo cobró un color rojo intenso.
Las paredes se cambiaban de lugar cuando su cuerpo intentaba asimilar el shock en el que se encontraba.
Mantenía sus ojos cerrados mientras sus pulmones se mecían al vaivén del tubo que le suministraba oxígeno.
Las manos temblorosas de su madre sujetaban su mano.
Había estado con ella sin moverse desde el accidente.
Había pasado ya dos meses.
Al principio su habitación se llenó de llantos.
El dolor y la angustia se iban directos hacia algún cuarto negro donde iban a parar todo el miedo y la desesperación.
En las paredes se abrían grandes ventanas viendo su vida y sopesaba como en una película los momentos vividos con intensidad.
Luego, el cuarto, se sumió en el más inmenso silencio con la compañía de sus padres.
Un color azulado les intentaba abrazar con la tranquilidad de verla allí postrada.
Luego vino la esperanza de un alegre color verde.
La esperanza era lo último que se perdía. A pesar del dictamen tajante del cirujano. Muerte cerebral.
María comprendía y asumía que tenía que dejarse ir pero debía esperar que así lo asumieran los suyos.
Tan solo tenía 21 años.
Había vivido lo suficiente para haber aprendido a amar y a perdonar.
La paz llena de luz blanca la embargaba.
Se había enamorado de aquel chico que le traía flores a su cama.
La luz rosa salía de aquel muchacho que se sobrecogía al acercarse.
Había amado tanto a su hermana que le robaba la ropa para irse de fiesta.
Suhermana era pura alegría de un amarillo intenso.
A su padre la había perdonado por haberlas abandonado y allí estaba, apoyando en estos momentos a su madre con una tenue luz naranja llena de arrepentimiento pero sobre todo, la había amado tanto a ella, a su madre que la había alentado en tantos momentos.
¿El amor qué color tenía? Era indescriptible, el amor de su madre era acogedor.
De vez en cuando se iba bailando con el resto de las almas que la estaban allí esperando con una luz dorada, pero no, todavía no podía.
Su madre tenía que tomar aquella difícil decisión.
Algo tenía que hacer para ayudarla.
Cuando todos dormían en aquella noche decidió quedarse a su lado y su mano acarició su cara.
Mamá, le susurró; tienes que aceptarlo.
Su madre al día siguiente comprendió.
Laura se llenó de coraje llamó a los médicos ante la triste mirada de la familia.
¿De qué color sería el valor y el coraje para tomar una decisión como aquella? Sin duda de la más brillante…
A las 12 del mediodía la enfermera desconectó el respirador y María dio un gran brinco sintiendo por fin la plena libertad del movimiento al ser consciente que los espacios que inundaba aquel edificio se envolvía en el dulce colorido de los sentimientos encontrados ante la muerte.