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Este pequeño libro nos brinda la oportunidad de conocer una faceta diferente del escritor norteamericano Truman Capote, ampliamente conocido por la descarnada novela periodística «A Sangre fría». Los relatos contenidos en estos tres cuentos muestran un estilo radicalmente opuesto.

Biblioteca Morata de Tajuña
Biblioteca Municipal Morata de Tajuña

El Club de Lectura de la Biblioteca Municipal se dispone a afrontar su 11ª lectura de la temporada. En esta ocasión, recurriendo a un autor ya conocido por nuestros lectores, aunque en una vertiente un tanto diferente.  “Tres cuentos” es un volumen que contiene otros tantos pequeños relatos de corte autobiográfico. En estas pequeñas historias Capote rememora de su infancia en la época de la gran depresión económica y la prohibición. Los tres relatos que ahora tienes entre manos están conectados por el tema de las celebraciones más tradicionales en Estados Unidos: La navidad y el día de acción de gracias. Sin embargo, el libro no contiene cuentos estrictamente navideños, sino simplemente memorias.

Club de lectura Biblioteca Municipal Morata de Tajuña

El protagonista de estos pequeños relatos no es el escritor mismo, sino la señora Sook; una mujer de edad avanzada que cuidó del pequeño Truman durante su primera infancia. Los padres biológicos del escritor se disputaron su custodia, para terminar desentendiéndose del pequeño Truman. Es importante destacar esta circunstancia biográfica porque será finalmente esta mujer, pariente lejana del escritor, la que se convierta en su madre (o más bien su abuela) postiza. Estos cuentos en cierto modo rinden tributo a ese personaje, que a pesar de sus excentricidades resulta dulce, lleno de sencillez, ingenuidad y bondad.

SOBRE EL ESTILO

El estilo literario es simple pero elegante y descriptivo, sin extenderse en detalles innecesarios. Los cuentos contenidos (Un recuerdo navideñoUna navidad y El invitado del Día de Acción de Gracias) están pulcramente escritos.

Aún sin estar exento de problemas y angustias, Capote describe una etapa feliz de su vida, trazando el genuino encanto de hechos más o menos cotidianos, que se muestran ante los ojos de un niño.

«Tres cuentos» es una buena lectura, en la medida en que puede aportar un retrato fresco del modo de escribir de alguien que, no conviene olvidarlo, se hizo famoso por escribir de otra forma, de un modo mucho más crudo. Aquí no pasa como con “A sangre fría”, el libro más celebre de este autor. No, aquí no hay innovación literaria y tampoco vamos a distinguir la profundidad de los temas a los que Capote nos tiene acostumbrados. Muy al contrario, en estos “Tres cuentos” hay una prosa llena de sencillez y familiaridad. Una muy buena opción para lectores jóvenes y adultos que se inician en la literatura.

En general, Truman Capote es un observador agudo, crítico y divertido. Su gran aportación a la escritura fue la de acercar el lenguaje literario al periodismo y, simultáneamente, llevar la precisión léxica y la claridad del periodismo a la literatura.

Sobre el autor

Truman Capote (1924-1984) es uno de los más célebres  escritores norteamericanos del siglo XX. La editorial Anagrama le ha dedicado la Biblioteca Truman Capote: Otras voces, otros ámbitos, Un árbol de noche, Desayuno en Tiffany’s, A sangre fría, Música para camaleones, Plegarias atendidas, El arpa de hierba, Retratos, Tres cuentos, Los perros ladran, Cuentos completos (cuya lectura ya acometimos en su día en este Club de Lectura) y Crucero de verano.

«Mi madre me encerraba horas y horas, y salía de juerga. Desde entonces no soporto los cuartos pequeños y cerrados, asfixiantes y con olor a muerte»

Autor, guionista y dramaturgo estadounidense, Truman Streckfus Persons —más conocido como Truman Capote—, pasó su infancia en granjas del sur de Estados Unidos, y en 1933 se marchó a Nueva York, en donde pasaría los años de escuela. Tras un período de tres años en Greenwich, regresó a Nueva York, graduándose en la Dwigh School y comenzando a trabajar con diecisiete años como redactor en The New Yorker.

En 1945 Capote publicó un relato en Mademoiselle y tres años más tarde vio la luz su primera novela, alcanzando ya un gran éxito. Escribió para diversas revistas como The Atlantic Monthly, Harper’s Bazaar o The New Yorker, y más tarde se involucró en el cine y la comedia musical escribiendo guiones. En 1966 logró un gran éxito con “A sangre fría”, la crónica novelada de un sangriento asesinato que cambió para siempre el ensayo periodístico.

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Continuó su labor creativa, compaginándola con la escritura en revistas y periódicos y posteriormente se dedicó a las entrevistas en la revista PlayBoy y en televisión. Estuvo muy relacionado con la alta sociedad y varios de sus libros fueron llevados al cine.

De entre su obra habría que destacar títulos como “Desayuno en Tiffany’s”, “A sangre fría” o “Música para camaleones”, entre otros.

Una niñez difícil y un desamparo afectivo que le pesaría toda la vida. Ambas cosas están contenidas en la escritura de Truman Capote.

Siempre dijo que su infancia se parecía a un infierno. Tal vez por eso, y para escapar de una realidad dura para un niño “difícil”, Capote persigue la puerta de salida que para él es la lectura. Aprende a escribir y a leer solo y, ya desde los 9 ó 10 años, escribe asiduamente.

Esos escritos infantiles y adolescentes estuvieron 70 u 80 años extraviados en unas cajas que el autor había legado a su muerte a la Biblioteca Pública de Nueva York, hasta que en el 2014 fueron publicados bajo el título Relatos tempranos. Son una veintena de relatos y una docena de poemas escritos desde 1935 a 1943, entre los 9 y los 19 años, con los que el autor intentaba conjurar las heridas de la infancia y ensayaba las maneras como habría de enfrentarse a la vida, ya con un estilo que apuntaba a escritor de talento.

Dos niños jugando a ser novelistas: la amistad de Harper Lee y Truman Capote

Ella crecería y se convertiría en una reputada escritora cuya obra, aunque escueta, le mereció nada más y nada menos que el Premio Pulitzer. Él, con una producción literaria más prolífica, alcanzaría también un notable éxito en el mundo de las letras. Pero Harper Lee y Truman Capote fueron grandes amigos de la infancia antes de dejar su imborrable huella en la historia de la literatura.

Nos ha parecido conveniente compartir con los integrantes de nuestro Club de Lectura el hecho de que estos dos grandes de la literatura, Lee y Capote, crecieran siendo vecinos en un pequeño pueblo de Alabama. Ambos llegaron a basar personajes de sus novelas en el otro.

Truman Capote y Harper Lee

Harper lee y Capote estaban unidos desde niños. Les unió su pasión por contar historias. El padre de Lee, abogado que inspiraría al personaje Attticus Finch de “Matar un ruiseñor”, les prestó a los jóvenes amigos su máquina de escribir. Junto a ella, jugaron a ser novelistas, sueño que no tardaría en cristalizar.

Ambos terminaron emigrando, en algún momento de su vida, a Nueva York. Cuando llegó allí en 1949 —donde Truman ya vivía desde hacía 7 años—, Harper comenzó a trabajar para una compañía aérea con el fin de ganar el suficiente dinero como para mantenerse y seguir con su afición por escribir historias. En 1956 sus amigos le regalaron un cheque con el salario de un año. Gracias a este desinteresado gesto, la autora pudo dedicarse doce meses a escribir una novela, que vería la luz —tras un arduo proceso de mejora del manuscrito— en 1960 bajo el título “Matar un ruiseñor”. Truman, por otra parte, se instaló en la gran ciudad en 1942, año en el que comenzó a trabajar en The New Yorker. A los 21 abandonó la revista y se dedicó a publicar sus primeros relatos, textos que enseguida llamaron la atención de la crítica. Dos años después debutaría como novelista con Otras voces, otros ámbitos, en el que aborda el tema de la homosexualidad.

Durante su residencia en la Gran Manzana, Lee y Capote mantuvieron su relación.

La amistad que los había unido fue degenerando; los problemas de bebida de él le llevaron a causar muchas polémicas, entre ellas, algunas relacionadas con Lee. También llegó a haber rumores sobre la autoría de “Matar un ruiseñor”, que muchos llegaron a atribuir a Truman Capote; él, que no se esforzó en silenciar estos rumores, siguió haciendo leña del árbol caído.

Ambos siguieron sus respectivos caminos. Harper volvió a Monroeville, donde se encerraría en una granja hasta su muerte el 19 de febrero de 2016. Truman, por otro lado, siguió escribiendo hasta su muerte en Bel Air a los 59 años.   

La historia de Harper y Truman es la de una amistad forjada en el olvidado pueblo sureño de Monroeville. Todavía hoy, si rebuscamos entre las páginas de algunas de las obras más reconocidas de ambos escritores, es posible encontrar la huella de aquella relación.

En “Matar un ruiseñor” Harper Lee no solo convirtió en ficción a su padre; Truman aparece en su novela como Dill, un niño que, a sus 7 años, era pequeño para su edad. En la obra de Capote también quedaron trazos de la que fue su amiga, pues el personaje de Idabel de “Otras voces, otros ámbitos”  está basado en ella.

CAPOTE y el CINE

Pocos escritores han tenido una relación tan amplia con la industria del cine y la televisión como Truman Capote. Y casi siempre, sin proponérselo. Su primer contacto profesional fue en 1953, como guionista de “Stazione Termini”. Por entonces Truman era un joven escritor de 29 años que pasaba largas temporadas en Europa. Había publicado con notable éxito un puñado de cuentos y dos novelas. Y hacía poco que había realizado un musical para Broadway con más éxito de crítica que de público.

En 1961 escribió un guión basado en “Otra vuelta de tuerca”, de Henry James para la 20th Century Fox. Se tituló “The Innocents” (Suspense, en castellano), la dirigió Jack Clayton y, pese a ser de bajo presupuesto, obtuvo buenas críticas y numerosas nominaciones a premios importantes.

Ese mismo año se rodó la adaptación al cine de su novela homónima “Breakfast at Tiffany’s” (Desayuno con diamantes) dirigida por Blake Edwards, con música de Henry Mancini y con Audrey Hepburn de protagonista. Resultó un éxito inmediato, considerándose una comedia perfecta. La imagen de Hepburn cantando Moon River se convirtió en un icono, además de conseguir el Oscar a la mejor canción, y otro a la mejor banda sonora de una película no musical.

Desayuno con diamantes

En 1962 se estrena “Matar un ruiseñor” (To Kill a Mockingbird), dirigida por Robert Mulligan, basada en la novela homónima de Harper Lee, su mejor amiga desde su infancia rural en Alabama. Pese a tratarse de una ópera prima, Lee obtuvo el premio Pulitzer. De alguna manera, los celos profesionales y algún desencuentro terminó con la amistad de ambos. Pero el repelente niño rubio, amigo de los hermanos protagonistas, que siempre está fantaseando sobre su rico padre ausente, no es otro que el pequeño Truman. Cincuenta y cinco años después, poco antes de morir Harper Lee, publicó la secuela “Ve y pon un centinela” (Go, Set a Watchman, 2015) que había escrito antes que Matar un ruiseñor, pero que un editor desaconsejó publicar por considerarla de escaso interés, y porque desmitificaba al honesto protagonista Atticus Finch, convirtiéndolo en un hombre del klan.)

En 1967 se estrena la película basada en su “best seller” A sangre fría (In Cold Blood) con dirección y guión de Richard Brooks, y Robert Blake y Scott Wilson en el papel de los asesinos. Es muy bien recibida por la crítica que encuentra una interminable lista de valores cinematográficos. En paralelo a la novela, pasa a convertirse en un clásico del género. En 1996, Jonathan Kaplan dirige una miniserie para televisión con una buena acogida de público y crítica.

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12ª TEMPORADA Encuentro del Club de Lectura del 1 de julio 2022