«El camino», de Miguel Delibes

Publicado: septiembre 23, 2022 en Uncategorized
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1ª LECTURA / 13ª TEMPORADA

Biblioteca Morata de Tajuña

SOBRE LA NOVELA

En el mismo título se encuentra la idea central del libro, «y que D. José, el cura —uno de los personajes- expone en su habitual predicación de los domingos a los habitantes del pueblo: Dios señala a cada uno un camino y la felicidad consiste en seguirlo por muy humilde que sea, y no buscar otro por ambición»

El argumento.

Tras dos novelas que el mismo Delibes considera de aprendizaje, “El camino” es la obra apreciada por este autor como su primera entrega literaria de interés. La acción transcurre en un microcosmos rural: una aldea, donde un niño, Daniel el Mochuelo, se enfrenta a la posibilidad de abandonar ese espacio protector y predecible para estudiar en la ciudad. Las reminiscencias de su vida junto a amigos como Roque el Moñigo y Germán el Tiñoso imprimen un encantador sello infantil al relato, que se construye con una clara perspectiva, y es que «Daniel, el Mochuelo, desde el fondo de sus once años, lamentaba el curso de los acontecimientos, aunque lo acatara como una realidad inevitable y fatal»

Contexto histórico

“El camino” es una obra publicada en 1950, en los años posteriores a la guerra civil española. Durante los años del franquismo, el género que tuvo mayor éxito fue la novela. Los novelistas volvieron otra vez sus ojos a la realidad cotidiana y a los conflictos personales para escribir sobre ellos. Es el caso, por ejemplo, de Miguel Delibes en “El camino”. Algunos autores tomaron el retrato de la realidad como punto de partida para denunciar las consecuencias de la guerra y las injusticias sociales. De esta manera surgió la novela social. El autor que inició esta tendencia fue Camilo José Cela, con su novela La colmena. El enorme desarrollo de la novela provocó entre los novelistas una preocupación por renovar el género. Esta preocupación se manifiesta especialmente en algunas novelas escritas en los años 60 y 70 en las que, más que contar una historia se experimenta con el lenguaje buscando nuevas formas de expresión.

Estructura de la novela

La novela está dividida en 21 capítulos breves y de ritmo ágil. Se puede apreciar en él una estructura circular porque se parte de una situación en el capítulo I a la que se retorna al final en el capítulo XXI. Entre ambos, se desarrolla un ejercicio de rememoración del pasado, y de descripción de personajes, anécdotas y costumbres del pueblo donde vive el protagonista. Por ello puede decirse que la obra está separada en dos planos cronológicos:

  • El plano actual: es la última noche que pasa Daniel, el Mochuelo.
  • El plano evocado: las historias que se producen a lo largo del libro, contadas a modo de recuerdos, sin un orden cronológico concreto. Esta cantidad bastante grande de capítulos se debe a la variedad de historias diferentes que se cuentan. Esto es algo que le da alegría y sencillez al libro. Hace que la lectura no sea pesada, y esta variedad de historias provoca una especie de “deslizamiento” de las palabras, que pasan muy rápido. Los distintos relatos se unen por pequeños nexos que son una mera excusa para cambiar el tema, y a la vez para hilar unas historias con otras.

Estilo y lenguaje

Caracterizan siempre a Delibes unas excepcionales dotes de narrador, una insuperable capacidad para reflejar tipos y ambientes, y un seguro dominio del idioma, lo que le permite acertar, con difícil facilidad, en los más variados registros, sobre todo en la autenticidad del habla popular. En sus obras refleja la vida austera y muchas veces mísera de las gentes de Castilla, recogiendo con fidelidad sus formas de hablar. Y a través de sus personajes (por ejemplo, de Daniel el Mochuelo) se puede observar una condena del progreso mal enfocado, que deshumaniza a las personas y degrada a la naturaleza. El lenguaje utilizado por Delibes es sencillo y se ajusta al tono cotidiano de la mayoría de los sucesos y personajes que presenta. No obstante, el autor incluye muchas palabras propias del ámbito rural y, en ocasiones, hay pasajes de estilo más rebuscado. La descripción es un procedimiento importante en esta novela.

En ocasiones, la descripción del paisaje queda impregnada por el estado anímico de los personajes o por el tono de los acontecimientos próximos. La mayoría de los personajes tienen un apodo, que sintetiza su carácter o pone de manifiesto algún detalle significativo de su personalidad. Ambientación. De otro lado, además de un claro acierto estilístico y de una lectura que contagia incuestionables valores éticos, El camino es también una novela castellana. Entiéndase bien el gentilicio, pues sin caer en la simplificación propia del caso, conviene señalar esta vinculación geográfica, lejos de la cual resulta bastante difícil analizar la narrativa de don Miguel. «Siempre y en cada momento -escribe Rafael Conte- Delibes ha sabido captar la realidad española y muy particularmente la realidad castellana. Él es el gran testigo de Castilla. Y lo mismo que Juan Ramón fue universal desde su andalucismo, Delibes parte de lo castellano para desentrañar lo español y alcanzar lo universal»

 («Miguel Delibes», Premios Cervantes. Una literatura en dos continentes, Madrid, Ministerio de Cultura, Dirección General del Libro y Bibliotecas, 1994, p. 339). Extractado de http://cvc.cervantes.es/ACTCULT/delibes/obra/camino.htm

SOBRE EL AUTOR:

 Nace Miguel Delibes en Valladolid, capital de la comunidad autónoma de Castilla y León, el 17 de octubre de 1920. Su abuelo paterno se asienta en España en 1860, adonde emigra para participar en la construcción de una línea de ferrocarril en la provincia de Santander. En uno de sus pueblos, Molledo-Portolín -escenario luego de una de las primeras novelas delibeanas, “El camino”-, se casa con Saturnina Cortés, y con los años traslada el matrimonio su residencia a Valladolid. El niño Miguel estudia en el colegio de La Salle y, en 1938, con 17 años, y antes de que le movilicen como soldado en la guerra civil que asola España desde 1936, decide enrolarse como voluntario en la Marina. Delibes, sin embargo, queda profundamente marcado por el conflicto bélico. Regresa a Valladolid recién terminada la guerra y estudia Comercio y Derecho. Sin embargo, ninguna de estas carreras le complace.

Y sólo el azar quiere -él mismo lo ha reconocido así- que desemboque en el mundo del periodismo y de la literatura. Como también le gusta el dibujo -su padre le ha matriculado en la Escuela de Artes y Oficios-, Miguel Delibes ingresa como caricaturista, en 1941, en “El Norte de Castilla”, el periódico de su ciudad, y pasa luego a ser redactor. Ya es por entonces novio de Ángeles de Castro y ésta -que luego será su esposa- le anima a leer y a satisfacer el espontáneo deseo de ponerse a escribir. De esta manera, casi por puro azar y con una formación eminentemente autodidacta en lo que a lo literario se refiere, escribe su primera novela, La sombra del ciprés es alargada, que consigue el prestigioso premio Nadal, en la noche de Reyes de 1948. Es el espaldarazo. Dos años antes se había casado con Ángeles de Castro y había conseguido la cátedra de Derecho Mercantil en la Escuela de Comercio de su ciudad. A partir de ahora compaginará la enseñanza, el periodismo y la literatura.

«Delibes» EXPOSCIÓN DEL CENTENARIO DEL AUTOR. Un recorrido biográfico, comisariado por Jesús Marchamalo, muestra al Delibes más reconocible, pero también desvela aspectos menos conocidos de su vida: su infancia en Valladolid, su abuelo francés –descendiente del compositor Léo Delibes–, responsable de aquella educación ‘a la francesa’ que tanto le marcaría, sus estudios de Comercio, sus primeros trabajos como caricaturista en ‘El Norte de Castilla’, su mujer, Ángeles, y sus hijos, y el Premio Nadal con el que en 1948 iniciaría su carrera de escritor.

Del periodismo a la novela

Miguel Delibes es nombrado subdirector de “El Norte de Castilla” en 1952 y director en 1958. Emprende una serie de campañas en favor del medio rural castellano y ello le lleva a enfrentarse con el régimen y la censura reinantes, viéndose obligado a dimitir de su cargo en 1963. Pero no ceja por eso en su denuncia de la postración de Castilla y, cuando no puede hacerlo desde el periódico, lo hace desde la narrativa. Nace así su novela Las ratas (1962), verdadera epopeya novelada de la tragedia del campo castellano. Pero ya antes había publicado varios títulos más, en especial El camino (1950), su tercera novela y arranque y confirmación de lo que habrá de ser su auténtico estilo narrativo. Junto a títulos señeros como La hoja roja (1959), Cinco horas con Mario (1966), Parábola del náufrago (1968) -su novela más experimental-, o Las guerras de nuestros antepasados (1975), El disputado voto del señor Cayo (1978), Los santos inocentes (1982), Delibes publica también sus primeros libros de caza y crónicas de viajes. Académico de la lengua. Galardones. En 1973, con más de veinte libros publicados y varios premios en su haber, Miguel Delibes es elegido miembro de la Real Academia de la Lengua, ocupando el sillón “e minúscula”.

Llegan también para Miguel Delibes los reconocimientos y los premios: el Príncipe de Asturias, en 1982; el premio de las Letras de Castilla y León, en 1984; el de las Letras Españolas, en 1991; y dos años más tarde, en 1993, el premio Cervantes, el más prestigioso galardón para escritores de habla hispana. Su discurso de aceptación del premio ha sido considerado como uno de los más bellos y profundos de cuantos se hayan pronunciado en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares. Y aun cuando en él parece dar a entender Miguel Delibes que da por clausurada su creación literaria, cinco años más tarde, en 1998, publica la que puede considerarse su novela más ambiciosa e incluso su obra cumbre: El hereje, un alegato en favor de la libertad de conciencia. La novela se desarrolla en el Valladolid del siglo XVI, y “a Valladolid, mi ciudad” dedica Delibes el libro. Ciudad donde nació y donde ha vivido siempre porque, como él mismo ha repetido, “soy como un árbol, que crece donde lo plantan”.

Extractado de http://canales.nortecastilla.es/

Entrevista a Miguel Delibes / enero de 2002

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