«La colmena», de Camilo José Cela

Publicado: abril 8, 2021 en Uncategorized
Etiquetas:, , , , ,

3ª lectura / 11ª TEMPORADA

CLUB de LECTURA VIRTUAL

Biblioteca Municipal Morata de Tajuña

Sobre el argumento:

La sociedad española como tema literario.

En el Madrid de la posguerra, un bullicioso enjambre humano se afana en comer caliente, esquivar el frío, saciar el deseo sexual, librarse de la tuberculosis, matar el tiempo…, ir tirando. Seguramente la obra más valiosa de Cela. Un testimonio fiel de la vida cotidiana en las calles, cafés y alcobas del Madrid de 1943, pero también una amarga crónica existencial.

La colmena presenta innegables resonancias existenciales a la vez que ha sido considerada como una de las raíces de la novela social

ALGUNAS COSAS QUE NO DEBES PASAR POR ALTO      AL LEER “LA COLMENA”:

  • Escrita en Madrid entre 1945 y 1948. Antes de 1946 presentó una versión a la censura: la rechazó por su inmoralidad, por ser en ocasiones irreverente. Finalmente, la obra vería la luz en Buenos Aires en 1951.
  • No es una novela de corte tradicional , no hay argumento propiamente dicho, se resuelve en peripecias de los personajes, el hilo conductor puede ser Martín Marco.
  • Estructuralmente consta de 6 capítulos . Los cinco primeros son de dimensiones muy semejantes. El capítulo VI y final son más breves.
  • Cada capítulo está dividido en secuencias separadas por un espacio en blanco y longitud variable. A menudo es de composición simultánea y varias secuencias coinciden en el mismo momento y la suma de esas piezas es como una celdilla.

El resultado es un ir y venir de personajes dejándolos y volviéndolos a tomar como una técnica caleidoscópica de vidas paralelas o entrecruzadas. Podría considerarse que existe una serie de cuentos fragmentados que se van reconstruyendo gracias a un hábil montaje (Apuntes carpetovetónicos). Hay algunos cuentos o narraciones breves de microrrelato: el gitano, la cebolla…

La estructura presenta un final abierto. Frente a una novela cerrada de final preciso según un plan previo, La colmena se presenta sin argumento y sin desenlace. Todo queda inconcluso e incierto.

Camilo José Cela y «La Colmena» en el centenario de su nacimiento

LOS TEMAS DE LA NOVELA

  • La incertidumbre de los destinos humanos. 

Este es el aspecto más importante de la novela, el que estaba presente en la mente del autor al encabezar la obra con el subtítulo de “Caminos inciertos”. Al analizar la novela con detalle descubrimos su falta de resolución. El camino de los personajes queda truncado. Esto tiene que ver con el concepto de obra abierta de la novela (carece de desenlace claro) y con su presenteidad (representa la realidad como un constante fluir, como un todo que se realiza en el presente), que además se desarrolla en un tiempo muy reducido, por lo que ignoramos qué sucederá con sus vidas . Solo algún suceso altera esa rutina, como , por ejemplo, la muerte de doña Margot.

  • La incomunicación entre los personajes. 

La mayoría de los personajes, incluso los que están acompañados, viven aislados interiormente, sin una verdadera relación humana. P.ej.: la beata doña Visi vive en un mundo de absurda religiosidad (bautiza chinitos a través de la revista “El querubín misionero”) e interpreta sus relaciones familiares de forma contraria a como son el realidad (se hace ilusiones con el novio de su hija, cuando este sólo está con ella por divertirse; su marido acude a la casa de citas de doña Celia; nadie en su casa le hace mucho caso, etc.)

  • La monotonía y la repetición como claves de la existencia humana.

Apenas se producen en la obra hechos que rompan la monotonía de la existencia, regida por unas leyes casi mecánicas. Esta repetición se pone de manifiesto sobre todo en las historias contadas en los capítulos II y VI. En bastantes ocasiones insiste el autor en ese ciclo circular de la existencia.

  • La obsesión por el dinero.

 Quienes lo tienen hacen ostentación de ello y se muestran tiránicos y explotadores, imponiendo a los demás su autoridad sin escrúpulos (don Mario de la Vega, el impresor con sus puros de cinco pesetas. Los que carecen de él intentan conseguirlo por cualquier medio: prostitución (Purita, Victorita), pluriempleo (camareros, músicos, don Roberto), pidiendo préstamos (Martín Marco).

  • El peso de la Guerra Civil.

El clima de posguerra se manifiesta en el miedo, que lleva a Martín y a sus amigos a la histeria; en la carencia de recursos, que se traduce en una peculiar lucha por sobrevivir; en la desconfianza y el distanciamiento, que contrastan con la solidaridad que se establece entre los personajes, puesto que, como en una colmena, viven aislados en su celdilla, pero también necesitan unos de otros para sobrevivir. Está presente en el ánimo de muchos personajes y se refleja en un sentimiento de cobardía y sumisión ante cualquier tipo de dominio (Martín Marco siente un miedo casi histérico cuando un policía le pide la documentación; los camareros viven atemorizados por la tiranía de doña Rosa, etc.). Sin embargo, los adinerados representan el triunfalismo oficial, expresan sin miedo sus opiniones, abusan de los subordinados con crueldad (doña Rosa, Mario de la Vega). La guerra y la posguerra se hacen presentes también a través de alusiones a los fusilamientos, al exilio, al estraperlo, a expresiones como “los rojos” (el violinista que fue expulsado por contestar a un señor rico es tachado despectivamente de “rojo”).

  •  El hambre

Relacionado con el anterior,  aparece mezclada con degradación, enfermedad y miseria: el gitanillo que recoge la comida que le tiran al suelo, por ejemplo.

  • El sexo.

Salvo en raras ocasiones (amor entre Roberto y Filo; de Victorita por su novio; de Petrita por Martín) está desprovisto de sentimiento. La faceta más común es la utilización del sexo para mejorar la situación económica. La conciencia de las muchachas que se venden por dinero  no sufre, ya que importa más la necesidad que la ética. Otra faceta es la exigencia violenta de satisfacción del deseo carnal, realizada en casas de citas, solares oscuros y desiertos (Petrita y el guardia). Hay casos más dramáticos, como el de Merceditas, la niña de trece años vendida por cien duros a un viejo rijoso. Otro aspecto del erotismo es la relación monótona, sin ilusión, por costumbre, entre parejas ya establecidas.

  • La hipocresía y la insolidaridad.

Se aprecia la falsa generosidad de los ricos (don Mario de la Vega aparenta bondad con su empleado pero le impone muy duras condiciones de trabajo). También es falsa y cruel la religiosidad (doña Rosa va todos los días a misa, pero maltrata a los camareros, no siente compasión por los pobres, engaña a sus clientes,…); la familia de don Roque Moisés vive sumida en las falsas apariencias).     A veces aparecen  detalles de solidaridad y generosidad (la bondad del señor Ramón adelantando dinero a don Roberto). Esta solidaridad se ve al final cuando todos intentan ayudar a Martín Marco. Este último es el primer acto realmente solidario de la obra. Parece que Cela  quería ofrecer algo de esperanza entre tanta miseria y soledad.

La sociedad española como tema literario

Este es el tema de esta novela: la vida en el Madrid de los primeros años 40.  El ambiente social y moral y la reducción temporal y espacial le da unidad a la obra. El tema central sería la incertidumbre de los destinos humanos y en torno a ella hay una constelación de motivos tales como el hambre, el dinero, el sexo, el recuerdo de la guerra, la alienación…

Entre la miseria moral se cruza la degradación de conductas que tienen causas sociales, como por ejemplo la actitud de Purita o Victorita. Los insultos de “rojo”, la persecución policial, las alusiones a Hitler nos remiten a la época. La sátira de la moral conservadora, la beatería, también aparecen.

EL TIEMPO EN ESTA NOVELA:

Discurre desordenadamente la vida desordenada de una desordenada ciudad.

Capítulo I primer día por la tarde/ Capítulo II primer día al anochecer/ capítulo III segundo día por la tarde / Capítulo IV primer día por la noche/ Capítulo V segundo día tarde y noche/ Capítulo VI segundo día amanecer / Final: una mañana tres o cuatro días después.

Los personajes de la novela:

Como en una colmena ruidosa, en esta novela, aparecen cientos de personajes, pero apenas se aprecia su fisonomía. Aunque se introducen en las conversaciones o pensamientos de los personajes, es difícil conocerles porque la lente de Cela les pasa a todos por la superficie, es decir, por fuera. La colmena abrió un nuevo camino para las novelas de aquella época, como un paradigma.

Por la obra circulan exactamente 296 personajes, algunos simplemente aludidos. Los más relevantes serían unos 45. El escritor va cosiendo unos puntos y otros, va enlazando unas y otras vidas y va acudiendo a lugares distintos. Asiste a los miedos, las mezquindades, es un perdedor de la guerra y de la vida y no sabemos, en un principio, quién es, se va presentando poco a poco y se va diluyendo: no sabemos qué dice el periódico. Puede ser un simple edicto o pudo tener algo que ver un encuentro con los policías. ¿Y el crimen de Margot?

Destacan igualmente doña Rosa esperpéntica a veces, Filo, Roberto, el pobre pluriempleado, doña Visi, beata y ajena a lo que ocurre a su alrededor, el esposo Roque y sus devaneos, Julita y su novio en la casa de citas, la vida solitaria de la señorita Elvira, Victorita, la muchacha que se vende para llevar alimentos y medicinas a su novio, Petrita, criada de pobres, extraña mezcla de abnegación y animalidad, los clientes del café. No falta el prestamista, el camarero, la chica bien situada, el vividor, el pedante, el gitanillo, los homosexuales, el impresor adinerado, el viejo verde, el sereno, la alcahueta, las prostitutas, la criadita, la castañera, los músicos miserables, el médico, la dueña de la casa de citas…

Son gentes mediocres, a menudo de baja talla moral, los despreciables, los hipócritas y los ridículos. También figuras conmovedoras, desvalidas, apaleadas por la vida y, a veces, con una chispita de nobleza. Parecen restos o recortes de seres, maltratados segmentos de humanidad.

Hay que buscar, por otra parte, las relaciones entre ellos. Por contigüidad espacial, algunos son vecinos que ocupan las celdillas de las diversas viviendas, o se reúnen en el café, en la taberna de Celestino, en la casa de don Ibrahim, en la pensión, etc. Martín Marco se relaciona con Filo, Roberto, Petrita, Paco, Pablo, Alfonso, Ventura Aguado, Nati… Y, a su vez, cada uno nos pone en contacto con otros. Hay, pues, ruedecitas y pequeñas piezas que dan sentido para que unas vidas y otras fluyan. Es destacable el singular dominio del manejo de este protagonista colectivo.

Técnica literaria.

La técnica de caracterización de los personajes permite conocerlos por fuera, cómo hablan, qué hacen, cómo se mueven, según la técnica “ behaviorista”. Hay también verdaderos retratos de prosopografía y etopeya. Hay veces que sabemos qué piensan, como sucede ante un narrador omnisciente (pocos ejemplos, por cierto) ; hay personajes que aparecen definidos en pocas líneas, a veces en apretada síntesis, como Dorita. Este personaje nos acerca al  “tremendismo” de la etapa anterior. Y cabe destacar el arte del retrato de Cela: la vivacidad, el ingenio, la capacidad de encontrar el rasgo característico lindando en muchos casos la caricatura. Trata a los personajes “desde arriba”, con un enfoque similar al de Valle- Inclán en los esperpentos.

Otro rasgo es el diálogo: los personajes se definen por lo que dicen y por cómo lo dicen. En sus palabras encontramos su hipocresía, su vulgaridad, su desvalimiento, su pedantería… y también su ternura. El autor cuida especialmente el léxico, las frases hechas, los refranes, los tópicos ridículos, los giros pedantes. La prosa de Cela es magistral y, en algunas descripciones hay un gran lirismo. Hay momentos de enlace, como aquéllos en los que la música suena en escenas paralelas o los trazos descriptivos distinguen ambientes confortables o pobres.

En esta descripción hallamos ejemplos de técnica fragmentaria, a pinceladas, impresionista: el café de doña Rosa no se describe de una vez sino que se van dando notas dispersas de aquí y de allá, mostrador, mesas, espejos, paredes; la casa de Filo, la alcoba; la casa de citas… Y todo ello va a componer la atmósfera.

Así pues, el ambiente es humano y nos interesa también el espacio o la geografía humana en la que los personajes se mueven.

LA VOZ DEL NARRADOR:

Con respecto al narrador ya apuntamos algún dato pero conviene precisar más. La actitud del autor con respecto a sus personajes se aleja de la omnisciencia, pese a algunos ecos. Encontramos un autor oculto, acorde con un enfoque objetivista. No faltan, tampoco, observaciones del novelista y en un momento determinado Cela se dirige a los lectores con un “ya sabéis”. Pero, sobre todo, son frecuentes las reflexiones acerca del comportamiento o la índole de los personajes.

Enlazamos así con el concepto de realismo. El propio cela apuntó que la novela era un reflejo de la realidad cotidiana,“ una humilde sombra de la áspera, entrañable y dolorosa realidad”.

Las posibles objeciones que la crítica presenta es que refleja una parte de la realidad, hay una selección y una estilización deformante- por así decirlo- , como un idealismo al revés. Queremos decir que la “realidad” no implica siempre “realismo”.

La deformación a la que aludíamos hunde sus raíces en Quevedo y se nutre también de Valle. Pensamos especialmente en la desoladora realidad del 42, en el hijo de Dorita, en la miseria, en la muñequización, en la mordacidad. ¿Es un testimonio del momento o es un revulsivo? Ni una cosa ni otra disminuye un ápice la capacidad creadora del autor.

 EL ESTILO

Merece dedicar un capítulo aparte al estilo. La prosa de Cela es magnífica en estas obras y también en sus artículos. Es un virtuoso en el manejo del idioma. Leamos los retratos, la pintura de ambientes, la variedad de registros, la variedad de tonos que llegan desde la risotada amarga al lirismo, como expusimos. Junto a retratos demoledores como el de doña Rosa, encontramos una bella imagen del amanecer o la desolación al final del capítulo VI, entre otros.

Observemos la adjetivación, el gusto por las las repeticiones, los paralelismos sintácticos y los efectos rítmicos. De ahí una tendencia a la frase morosa, lenta, en las reflexiones o descripciones y la rapidez de lo narrativo.

Las notas comunes de la impotencia, de la insolidaridad, las alusiones políticas, la hipocresía social, son evidentes. Y no cabe rebelarse aun cuando Martín Marco o el mismo Mauricio Segovia lo intenten. Junto a esta significación social se encuentra el alcance existencial cuya raíz estaría en la desesperanza, los personajes parecen abocados a transitar por caminos inciertos y una frase de Filo incide en ello, casi resignadamente. Nada más desolador que el final del capítulo VI. Creemos haber dejado claro que la novela se situaría entre lo existencial y lo social, precursora de la novela social de los años 50, inaugurando una nueva etapa en la novelística española.

Sobre el AUTOR:

Camilo José Cela (1916-2002) ha sido uno de los grandes escritores españoles del siglo xx. Autor de novelas determinantes en la evolución de la narrativa española como La familia de Pascual Duarte o La colmena, narrador de viajes, investigador y experimentador con el idioma, Cela ha merecido galardones del ámbito hispánico como el Premio Cervantes (1995), o del internacional como el Nobel de literatura (1989).

Fue un escritor completo: novelista, poeta, articulista, autor de romances de ciego y de inolvidables libros de viajes; en todos ellos ha dejado la huella de su vigorosa personalidad humana y literaria.

Cuando se estudia la obra de Camilo José Cela pocas veces se considera su labor poética. Probablemente, la fuerza y difusión de sus novelas, cuentos e historias se superpone a los versos hasta el punto de esconderlos como bajo la alfombra. Sin embargo, es muy significativa de lo que fueron vaivenes y tendencias de la lírica de la época.

El censor censurado: CELA y LA CENSURA

El 7 de enero de 1946, Camilo José Cela presentaba ante la oficina de censura el primer manuscrito de La Colmena. Dada la gran cantidad de alusiones al sexo, a la homosexualidad y a la prostitución, el informe fue negativo a su publicación. Dulce ironía para Cela, al pasar de ser censor a ser censurado.

El informe original rezaba así: “Novela realista del Madrid coetáneo con descripciones crudas del bajo ambiente social. La obra tiene considerable color literario y podría autorizarse con tachaduras en las páginas 9, 10, 50, 52, 53, 86 y 87”.

Adaptación cinematográfica de «La colmena», de Mario Camus (1982)

El 22 de febrero de 1951, Cela conseguía editar la novela en Buenos Aires (Argentina) a través de la editorial Emecé y con la autorización de la censura peronista.

Doce años después, en 1963, con Manuel Fraga como ministro de Información y Turismo del gobierno franquista, se autorizó la edición en España.

La Colmena, tal y como la describe Cela en el prólogo de su primera edición, es “un pálido reflejo, una humilde sombra de la cotidiana, áspera, entrañable y dolorosa realidad”. Considerada como una de las mejores obras literarias de la literatura universal, le valió a Cela el Nobel de literatura en 1989.

Selección de secuencias de la adaptación cinematográfica de «La colmena», de Mario Camus (1982): selección de secuencias

Nuestro encuentro virtual del 9 de abril 2021 / Comentario de «Historia de una maestra», de Josefina Aldecoa.

Deja un comentario